Yolanda Vicente: “Después del curso las chicas se dieron cuenta de que podían lograr lo que se propusieran”

Yolanda Vicente López nació en Ontario (Canadá), se define como ciudadana del mundo pero reconoce tener un apego especial a Valencia, donde tiene sus raíces familiares. Con una dilatada experiencia como docente en colegios de secundaria y en la Universidad de Toronto, asegura sentirse como en casa en la FVF, donde lleva un año como profesora voluntaria de inglés.
Además de impartir clases, ha participado en la elaboración del programa de la asignatura de Soft Skills, una disciplina que enseña habilidades para integrarse en el mundo laboral. En octubre empezó una nueva etapa en su voluntariado en la nueva Escuela Profesional de Idiomas de Kuderu, orientada a lograr empleo para chicos y chicas con discapacidad.
¿Qué te llevó a presentarte como profesora voluntaria de la FVF?
He sido voluntaria en varias ONG, pero la decisión de venir aquí surgió en 2004 en Valencia. Tuve la fortuna de asistir a una conferencia de Vicente Ferrer durante la que pude mantener una breve conversación con él.Sus palabras me impactaron tanto que no dudé que en algún momento de mi vida vendría a la India. Me siento totalmente identificada con la filosofía de Vicente y de la Fundación.
Empezaste como profesora de inglés en un curso de seis meses para chicas con y sin discapacidad en Bathalapalli. ¿Cuál era el objetivo de ese curso?
El objetivo de la FVF es ofrecer las herramientas necesarias para la autogestión y la autonomía de cada persona, es decir, que tomen el control de sus propias vidas y decidan por ellas mismas. Se detectó que existía la necesidad de crear un curso que ayudara a las jóvenes graduadas a encontrar un empleo y que sirviera para romper estereotipos y aumentar su autoestima. Decidimos combinar el aprendizaje de la lengua inglesa, como valor añadido a su formación universitaria, con las Soft Skills, o herramientas para encontrar un buen empleo, aprender a redactar un currículo o a afrontar una entrevista de trabajo. Cuando finalizaron el curso estas chicas se dieron cuenta que podían lograr lo que se propusieran. El 85% de ellas está trabajando actualmente.
¿Cómo son tus clases? ¿Qué técnicas utilizas y qué dificultades te has encontrado?
Creo que la primera dificultad con la que nos encontramos todos los profesores es la timidez de los propios alumnos y su temor a equivocarse. Una vez superada esta primera etapa todo va sobre ruedas. Trabajamos sobre todo a través de presentaciones orales, debates, representación de situaciones, entrevistas ficticias, etc. Considero que es un método muy acertado para mejorar su expresión oral y que además sirve para inculcar un espíritu crítico y formar una opinión propia.
Estas chicas y chicos arrastran el peso de haber seguido siempre un método tradicional de enseñanza, basada en la memorización y el aprendizaje por repetición. Nunca se les ha brindado la oportunidad de entablar un diálogo con el profesor. Algo que nos puede resultar muy familiar a algunos si recordamos las escuelas españolas de hace algunas décadas.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Que cada día se me presenta como un nuevo desafío al que debo enfrentarme. El pasado curso fue muy gratificante trabajar con chicas, especialmente al comprobar su evolución. Llegaron absolutamente cohibidas, apenas se atrevían a abrir la boca, y cuando lo hacían el tono de voz era apenas audible. Tampoco eran capaces de formular ningún tipo de pregunta por miedo al ridículo.
Ver aflorar sus capacidades e interés y enfrentarse al mundo exterior con tanta valentía y fuerza, conscientes de que su éxito supondrá una gran mejora para ellas y sus familias, es algo que no deja indiferente a nadie.
¿Cómo afrontas esta nueva etapa en la escuela de Kuderu?
Con muchísima ilusión. La fortaleza de estos chicos es admirable y cada día aprendo con ellos. Todos tienen diversidad funcional y han sufrido en primera persona la discriminación pero ninguno de ellos se ha rendido. No han hecho caso de aquellos que les decían que no servían para nada, todo lo contrario. Son los alumnos que todo profesor desearía tener.
Texto: Anna López y Fátima Yráyzoz