Viviendas dignas contra la pobreza urbana

En la orilla del río Penna, a su paso por Nellore, se encuentra el cementerio de Bogadi Thota. Esta capital de distrito se encuentra a pocos quilómetros de la costa este de la India, en el estado de Andhra Pradesh. Entre tumba y tumba cuelga un cordel, donde una mujer tiende ropa limpia. Otros hacen cola para recoger agua frente algunos de los grifos instalados en varios puntos. Niñas y niños saltan de sepultura en sepultura hasta llegar al carrito de los helados, estacionado en una esquina. Es la vida cotidiana de 253 familias que han ido instalándose durante los últimos 40 años.
Tal y como define el gobierno de la India, los slums o barrios de chabolas son “asentamientos compactos de viviendas mal construidas, generalmente de carácter temporal, hacinadas y con instalaciones sanitarias y de subministro de agua inadecuadasy en condiciones antihigiénicas”. Los slums son la consecuencia de la urbanización de la pobreza, nacen de la necesidad de las personas sin recusos de encontrar alojamiento asequible y accesible. Reflejan la lucha diaria de las personas empobrecidas para sobrevivir en las ciudades, gracias a empleos marginales no regulados, así como a la incapacidad tanto del sector público como del privado para dar respuesta a esta grave situación. Se estima que 8,8 millones de familias viven en los más de 33.000 slums de la India. Andhra Pradesh alberga el 13,5% del total de asentamientos ilegales del país, la segunda cifra más alta después de Maharashtra (Censo 2011)
Toda una vida en el slum
Provinientes mayoritariamente de zonas rurales del estado vecino de Tamil Nadu, los habitantes del Bogadi Thota llegaron a Nellore en busca de mejores salarios. Ganaban en sus pueblos un máximo de 10 rupias al día (unos 14 céntimos de euro), una séptima parte de lo que ganarían en la ciudad. El cementerio les proporcionó refugio y a la vez trabajo, no solo en mantenimiento sino también recogiendo desechos en el vertedero adyacente. Poco a poco, lo que era una asentamiento provisional se convirtió en slum y ya son tres las generaciones que conviven en el asentamiento.
Como muchos de sus vecinos, Velangani nació en el Bogadi Thota, donde también dio a luz a sus cuatro hijas e hijos. Viuda desde hace 15 años, tiene a cargo a su suegra y dos de sus hijos. Nunca fue a la escuela, así que hace trabajos esporádicos y recoge chatarra. Con eso consigue que la familia coma tres veces al día, generalmente arroz y alguna verdura. Sus dos hijas se casaron dentro de la comunidad y su hijo mayor se dedica a recoger chatarra o hace trabajos esporádicos. El pequeño ha tenido algo más de suerte, hace tres años 100 niñas y niños del barrio accedieron a un internado, a través de un proyecto social del Cuerpo Nacional de Policía. “No pude llevar a ninguno de mis hijos a la escuela, él es el primero de mi familia que va a estudiar”, cuenta Velangani.
Nuevas casas en colaboración con la FVF
Muchos han sido los intentos de reubicar a los habitantes del Bogadi Thota a un sitio más salubre, pero todos acabaron en humo. “Muchos políticos venían antes de las elecciones a convencernos de que encontrarían un sitio para vivir”, cuenta una vecina. En 2016, la máxima responsable de la Administración del distriro, M. Janaki, visitó el cementerio y decidió asignar a la comunidad un terreno gubernamental para poder construir una colonia de casas. Janaki había oído hablar de varios proyectos de viviendas que la Fundación Vicente Ferrer (FVF) había llevado a cabo en colaboración con el Gobierno, así que solicitó a la FVF la construcción de las casas. Se estima que el proyecto estará finalizado en un periodo de dos años.
“Estoy muy contenta por la nueva casa. Mira en que condiciones vivimos. No tenemos dignidad porque vivimos en un cementerio. Nadie quiere tocarnos, no tenemos ningún valor, nadie nos respeta”, exclama Velangani con lágrimas en los ojos. “Tengo pensado abrir un quiosco cuando viva en la nueva casa”, añade ella.
Comida, antes que techo
Ahora, una de las tareas principales del Gobierno y de la Fundación es asegurarse que, una vez las mujeres sean propietarias de los terrenos, no los vendan. “Puede que parezca sorprendente pero estas familias luchan cada día para la supervivencia y muchos intermediarios se aprovechan de su situación de pobreza para enriquecerse. Parece ser que muchas ya han recibido ofertas de compra que les aseguraría comida durante bastante tiempo”, explica Lakshman Rao, líder de área de la FVF. Rao explica que las casas se construirán en un terreno a diez quilómetros del centro que podría verse revalorizado en el futuro próximo. Es por eso que el personal de la Fundación realiza a nivel semanal charlas de concienciación sobre el derecho a la vivienda y la importancia que las nuevas casas tendrán para su futuro. “Esta es una oportunidad que os cambiará la vida, es un bien que debes conservar”, aprovecha para recordarle a Velangani.
Según un informe de ONU Hábitat de 2013, se estima que el número de personas viviendo en slums en países en vías de desarrollo es de 863 millones, 213 millones más que en 1990.