Bicicletas para reducir la brecha de género

La FVF ha distribuido más de 16.522 bicicletas en Anantapur para evitar el abandono escolar de jóvenes que viven lejos de sus escuelas, así como para reducir la brecha de género en la educación
Gracias al proyecto, las niñas han ganado en seguridad, salud, integración social y gestión de tiempo
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Una de las causas más comunes de abandono escolar en Anantapur es la distancia existente entre hogares y escuelas: un 56% de los jóvenes del distrito vive a una distancia de entre dos y tres kilómetros del colegio más cercano, y un 41% lo hace entre siete y nueve. Las principales dificultades para afrontar la longitud del trayecto son la ausencia de transporte público, la inseguridad del camino y la falta de recursos económicos, factores que impiden dar prioridad a la educación. Las 16.522 bicicletas que la Fundación Vicente Ferrer (FVF) ha repartido entre 2007 y 2015 han acortado las distancias y, gracias a ellas, muchos jóvenes de 12 a 19 años que dan continuidad a sus estudios, así lo demuestra un informe de impacto que ha realizado la FVF para evaluar los resultados del proyecto. Las bicicletas han beneficiado sobre todo a las chicas, pues el índice de abandono escolar femenino ha menguado desde que se distribuyen bicicletas de un 40% a un 4%.

La iniciativa, que abarca 3.293 pueblos, se puso en marcha con el fin de garantizar la continuidad de la educación como mínimo hasta décimo curso -el año que marca el fin de la escuela secundaria- y para garantizar la igualdad de oportunidades entre géneros. En la India rural, el abandono escolar es mucho más alto entre las chicas debido a las exigencias domésticas, los matrimonios precoces, o la falta de interés por parte de los padres y las propias estudiantes.

Las bicis han transportado otras ventajas señaladas a las niñas. La seguridad se encuentra entre las más destacadas, el 82% de las jóvenes afirma haber perdido el miedo a los animales que se cruzaban de camino a la escuela y a los niños, que a veces las molestaban. Por otro lado, el porcentaje de jóvenes que enfermaban ha descendido del 83% al 38% desde que no van a la escuela caminando, especialmente durante los calurosos meses de verano. Aunque una de las ganancias que más valoran es el tiempo debido a que, al acortar el trayecto, pueden dedicarse a hacer los deberes a jugar o a ayudar en las tareas domésticas.

 

Acortando distancias

“Antes tenía que hacer el trayecto a pie y perdía una o dos clases cada día por lo que iba más retrasada en mis estudios. Ahora llego a tiempo y puedo ayudar a mi madre en casa”, afirma Sirisha, una joven de 15 años a la que le gustaría estudiar medicina en Anantapur. Desde hace dos está más cerca de conseguirlo gracias a una bicicleta que le permite recorrer los dos kilómetros que separan Upanesinepalli, su localidad, de Chikicherla donde se sitúa su escuela de educación secundaria Zilla Parishat, cerca de la ciudad de Dharmavaram (Anantapur).

 

Esta opinión cuenta con el respaldo de estudiantes como Ishawarya: “Ahora tengo más tiempo, me levanto a las 6:00 en vez de a las 5:00, ayudo en casa y a veces uso la bici para ir a comprar”. La joven va a la escuela desde Vasanthapuram, una localidad situada a 3 kilómetros de distancia junto a otros/as 40 estudiantes que proceden del mismo pueblo. “Lo pasamos muy bien en el camino”, apunta, compartir el trayecto con sus compañeras y compañeros es fuente de alegría y fomenta la integración entre jóvenes de diferentes comunidades y religiones que ahora se desplazan en grupo.

 

Asimismo, el profesorado del centro han observado una transformación en la actitud de las 62 alumnas y alumnos que desde hace dos años reciben bicicletas por parte de la FVF. La asistencia de los jóvenes a clase se ha incrementado, “antes llegaban tarde y ahora se pueden quedar una hora más al día, en vez de a las 16:45 salen a las 18:00 y aún les sobra tiempo para jugar y ayudar en casa”, según relata Doctor Sherif, uno de los maestros de la escuela. Gracias a este periodo de ocio, las y los estudiantes están más motivados, han mejorado su actitud y su rendimiento académico. También disfrutan de una mayor independencia, “se sienten más autónomos y están más alegres; una bici es un enorme regalo para ellos y una gran fuente de ilusión”, asegura Ramanaidu, el coordinador del centro.

El responsable del colegio destaca la salud como otro de los grandes beneficios que el medio de transporte aporta a los y las niñas: “Ahora les resulta más fácil llevar los libros y han reducido sus problemas de espalda, sus ampollas en los pies y sus dolores de piernas”.

Otros jóvenes como Shivayya, de séptimo curso, son conscientes de que la bicicleta le permite continuar sus estudios para lograr su objetivo: convertirse en “ingeniero eléctrico,  vivir en una gran ciudad donde pueda acceder a una mayor oferta de ocio y aprender para luego ayudar a mejorar las infraestructuras de las zonas rurales”. Su padre, Bodamallu, está “más tranquilo” y constata las ventajas de la bici: “Nuestros hijos ahorran tiempo y nosotros dinero”. Él sabe que la educación de Shivayya es “lo más importante”, al igual que otros progenitores que, gracias a este proyecto, son más conscientes de la relevancia de la enseñanza e intuyen que las bicicletas transportan a sus hijos hacia un futuro de horizontes más amplios.